RELATO Nº 7 El Palacio de los Candados – Escrito de Guillermo Capellán en Cárcel de Vª Las Rosas – 14 Febrero de 2003

Qué extraña Institución es la Policía. ¡Qué difícil es la personalidad policial o de un elemento! Ellos se hacen llamar masculino o femenino. Ese lenguaje atípico y complejo estructura una mente de naturaleza brutal. Tal vez, el detenido no lo entienda pero yo como político analizaba todo a pesar de mi deplorable estado.
Estaba agobiado. Miré el mugriento calabozo de la Comisaría de Barrio El Tribuno. Los presos parecían no tener cara. Los veía borrosos, ansiosos y en diálogos cruzados. Hasta un policía “detenido” había en esa celda inmunda.
¡Por favor, “detenido”! Un fisgón, oreja y soplón que estaba escuchando todo y luego de unas horas ingresaba a la oficina de Raúl Rodríguez, jefe de la dependencia con la información. Y a la noche, masa en el chancho o a dar una vuelta en el móvil… así decían los presos.
Solicité que un guardia me acompañara al baño, un habitáculo sucio, maloliente y lleno de mierda. Era un oficial y aprovechó en ese corto trayecto de apenas tres metros entre el calabozo y el inmundo sanitario, para darme una trompada en el estómago.
Lo miré fijo y le dije “algún día contaré esto”. Recogió el brazo y no intentó golpearme nunca más. ¿Era necesario tenerme esposado hasta para ir al baño? Sí. Esa era la orden de Su Señoría LPMQTP, Luis María Agüero Molina, funcional a Juan Carlos Romero, Gobernador de Salta.
Salí del sucio sanitario y a pesar de la trompada del elemento policial, ingresé al calabozo para prepararme e ir a enfrentar al Juez. Al ingresar al calabozo pude ver por la luz de la mañana la pared opuesta a la reja del calabozo. Era una obra de arte. Si! Y tengo la imagen y la presento porque jamás miento. Estaba Jesucristo pintado al lápiz por los presos del 14 de febrero de 2003.
Lo miré al Cristo del Calabozo de la Comisaría Séptima del Barrio El Tribuno y clamé que hiciera Justicia porque este sufrimiento era un producto más del Régimen Romerista. Juan Carlos ¿nunca supiste nada del sufrimiento del Pueblo? Yo SI. Porque fui, soy y seré siempre un líder del Pueblo y lo puedo demostrar.
Agüero Molina me esperaba a las 19 hs en su condado de Vª Nominación en la calle Mendoza. Al Juez lo apodaban El Conde, por su parecido con Drácula, quien ya había preparado todo el circo para succionar la sangre para Romero.
Había instalado la silla en un lugar privilegiado, en frente a la ventana. donde sería indagado, se encontraba el fotógrafo de Diario El Tribuno, Luis Benjamín Arias. ¡Todo preparado!
Algunos seguidores estaban en frente del Juzgado y entre tantos curiosos, mi Pequeño Gran Amigo, el Enano Samuel Chaile con un bidón de nafta intentaba prenderse fuego para que me liberen. Lo recuerdo y saltan lagrimones de mis ojos. Juan Carlos Romero, tu perversidad para conmigo no tuvo límites. Sobreviví porque clamores llegaron al Cristo del Calabozo.
Samuel Chaile, mi pequeño Gran Amigo
El móvil policial llegó a las 18.30 al Juzgado. Me negué a que cubrieran mi cabeza. Me bajaron tomado de los brazos y esposado. Así lo ordenó Su Señoría. El fotógrafo de Diario El Tribuno se deleitaba tomando fotos para luego retomar su lugar con un teleobjetivo listo para cuando me sentara frente al Juez.
Agüero Molina había acordado con Luis Petiso Arias, el fotógrafo romerista, por lo tanto me haría sentar justo en la ventana de Juzgado para que el hombre de Diario El Tribuno me tomara la foto que sería la única para que este medio de mierda tuviera la primicia. Cuando me di cuenta que me estaban fotografiando le dije “Sr. Juez me están sacando fotos” y el hijo de puta me respondió “son relámpagos”.
Este Juez me creía un pelotudo. Vaya causalidad, mi tío Beto, Alberto Capellán era corresponsal y mi tío Antonio Capellán era reportero gráfico y fotógrafo, ambos trabajaban para el muy hijo de puta Diario El Tribuno.
Ordenaron juicio oral y público a Capellán
JAMÁS HUBO JUICIO HDP
Che, Agüero Molina ¿no sabías la diferencia entre un flash y un relámpago? Lo que no sabía este Juez en realidad es que yo me había criado entre flashes, máquinas fotográficas y los ejemplares de reparto del puto diario de Salta de propiedad de Juan Carlos Romero.
Este enfermo y mentiroso Luis Agüero Molina, magistrado debe saber que la intensidad, durabilidad y el blanquecino resplandor de un flash fotográfico nada tiene que ver con un relámpago. El flash tiene una duración de 2 décimas de segundos y el relámpago hasta 3 segundos acompañado de un estruendo.
Así fue tu Gobierno, la Autocracia de un Patriarca acomplejado y lleno de odios de derecha y heredero de un inmerecido capital político de Don Roberto. Todo en las manos de un cruel y ambicioso empresario llamado Juan Carlos Romero.