El Palacio de los Candados, Primer día preso en la Comisaría 7ma. de Barrio El Tribuno.
Día jueves 13 y 14 de febrero de 2003 HS 13,45
Me detuvieron luego de una persecución cinematográfica en una camioneta Fiat Fiorino, color blanca sin patente, desde el Concejo, hasta mi domicilio en el Pasaje Saravia del Bº Monumento Güemes. Era un vehículo policial,
Un hombre corpulento y gordo, Subcomisario Alberto López, rompió innecesariamente la puerta de mi casa y secundado por otros dos, me tomaron del brazo, me rompieron la camisa y a los empujones me subieron al vehículo con tal brutalidad que entré en desesperación y le gritaba “verdulero, me están secuestrando, avise a la policía” Era la Policía!
COMISARÍA 7ª BARRIO “EL TRIBUNO”
A los empujones entré en la Comisaría donde se encontraba el Comisario Marcos Guanuco quien me miraba con una sonrisa maliciosa y con desprecio y con desprecio me dijo “estás hasta los bolas”. Me subieron a la planta alta de la Comisaria y en una oficina totalmente vacía me encerraron sin derecho a decir nada. Era la hora 16.40 del 13 de febrero de 2003.
En el atardecer, bajó la temperatura y apenas tenía mi camisa destruida y con apenas 2 botones y le faltaban el cubre brazo derecho y el antebrazo izquierdo. comencé a sentir frío después de las 22 hs y se presento el Jefe de la Comisaria 7ª, Raúl Rodríguez a quién reconocí porque fue el Jefe de la 2ª, vecino de mi radio en ese entonces 94.3 en la calle Florida adonde asistía para pedir ayuda para sus asados y fiestas.
Rodríguez se anticipó y me dijo “no puedo tenerte mejor porque Agüero Molina me dijo que para vos ningún favor y que una vez que venga el médico te pase a la celda con los demás presos. Excepto uno, el Topo Ramos, Intendente de Rosario de Lerma” . El Topo Ramos estaba protegido por el romerismo y saldría al otro día.
Municipalidad de Rosario de Lerma
Me hacía mucho frío. Era aún jueves 13 de febrero y por el asiduo interrogatorio. Me mantenían en un estado de sopor lo que no te permite entender lo que realmente te pasa. Ellos le dicen el “amansadero”, el mío era una noche extenuante, en una oficina e incomunicado en la comisaría séptima.