Milei, Su ley: sin ley ni sentimientos. El apátrida amado
Los votantes no son electores porque votar es cumplir con una ley y elegir es la búsqueda de un camino que conduzca al bienestar de cualquier institución: un club, una comisión o un destino común.
Javier, Norberto Horacio, Alicia Luján Lucich y Karina Milei
Las emociones básicas del ser humano pertenecen al submundo institucional que estructuró Javier en su infancia cuando su padre lo maltrataba sin piedad y su mundo psíquico estaba abollado para siempre.
Su relación con Norberto fue una tortura signada por la falta de afecto y por una madre que poco y nada comprendía la situación de un niño que dormía muy poco y que vivía en la abstracción de un incierto porvenir.
Ese niño dolido pero inteligente no tenía nada, excepto a Karina, su hermana, su protectora, su amiga, su afecto incondicional y la confidente que marcaba el camino que ambos adoquinaban para recorrer la vida.
“Nadie conoce más que YO a Javier Milei” asegura Santiago Cúneo en los medios propios y ajenos añadiendo “yo inventé al psiquiátrico”. El silencio es notorio porque la incontinencia presidencial se inmoviliza ante Santiago.
Javier Milei y Santiago Cúneo
Cúneo nos tiene en ascuas. Anticipa contar secretos del Presidente con los que podría derrocarlo pero hasta ahora solo nos relata que tiene un chizito que ni Silvia Süller lo quiere conocer ni voltear.
Los argentinos que lo votaron no sabían lo que estaban eligiendo pero lo votaron y quedaron anclados en la necedad que alimenta el odio a la casta sin aceptar que la casta gobierna al pito chico.