Diego: “En la clínica psiquiátrica nadie me creía que yo fuera Maradona”
La genialidad de Diego Armando Maradona no solo era un privilegio de su infalible cualidad futbolística. Diego era una totalidad mental en cada una de las células de su cuerpo.
Tremenda osadía de aquél que pretende tomar al genio fragmentado entre la magia de sus pies, el filo de su lengua. sus orígenes en Villa Fiorito y al Maradona Magno que siempre fue.
¿Cómo pueden algunos argentinos pretender desarticular a un hombre que es el arquetipo del propio ser argentino que critican? El Diego bajaba o subía los escalones a su antojo porque él podía.
Con un pobre, Diego se sentía en Villa Fiorito. Si chocaba con un soberbio, el 10 de inmediato, lo superaba con el sabio lenguaje de su vida. Y si un rico lo cuerpeaba, él defendía a los humildes.
En mayo de 2004, Diego estaba internado la Clínica Privada del Parque Leloir, partido de Ituzaingó desde donde lo trasladarían a Cuba. Allí es cuando el Fénix de 44 años aún dominaba su cuerpo.
“En la clínica psiquiátrica donde me trataron, uno se creía Napoleón, otro San Martín y nadie me creyó que yo fuera Maradona” El mensaje de Diego advertía que era él mismo.
Ninguna circunstancia pudo fragmentar la personalidad ni destruir su alquimia. Él era siempre él. El hombre-niño de Doña Tota, el niño-hombre de Don Diego de Villa Fiorito.
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