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¿Y a ti, qué emociones te despierta la Navidad?

Se entremezclan sentimientos..

Navidad, que se convierte, sin duda, es una explosión de emociones. Hay quien adora estas fechas y hay quien no las vive con especial cariño. “A nivel psicológico pueden darse varias situaciones. Hay personas a las que realmente les encantan las fiestas navideñas. Otra parte de la población, que toma protagonismo en esta época, son los niños que también asocian las fiestas navideñas a vacaciones, pasarlo bien y recibir regalos. Después está la gente a la que no agrada la Navidad, porque la asocian a muchos otros factores. Y, por último, el cuarto bloque de personas que les gusta estas fechas, pero les genera tanto emociones positivas, como negativas”. nos cuenta la psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero, que apunta que desde su punto de vista, en general, la Navidad alcanza un coste emocional muy alto para muchas personas. Con su ayuda, hemos repasado las emociones, tanto positivas como negativas, que puede generarnos esta fecha. 

Tiempo para reencontrarnos con nosotros mismos

Como aspectos y emociones positivas de la Navidad podríamos destacar, en primer lugar, el “parón” que supone, la obligación de hacer una pausa, que puede favorecer la reflexión con nosotros mismos y un reencuentro con nuestras emociones (incluso las negativas). Y otro matiz positivo es que hacemos un “stop” y, al menos, podemos identificarnos y mirarnos un poco más. “Puede ser un buen momento para plantearnos un cambio de ritmo y de rumbo en nuestras vidas, intentar hacer algo diferente, conseguir unos objetivos saludables y beneficiosos para nuestra salud física y mental. Puede ser el tiempo para iniciar la búsqueda de lo positivo en todo aquello que nos rodea, de lo mejor de nosotros mismos y de los demás”, cuenta la experta, que matiza, además, que otro aspecto positivo es que puede favorecer algunos valores como la solidaridad.

Vínculo familiar

A nivel psicológico más profundo, está el tema de los vínculos. Y es que es evidente que, en general, la Navidad está vinculada con el concepto de familia y el concepto de unión. Y aquí también se puede dar un sobreesfuerzo. Hay familias que están muy unidas, que están deseando verse y reunirse, en un ambiente jovial y colaborativo. “Se trata de familias funcionales, generalmente muy numerosas, que tienen un repertorio de conductas de adaptación que permiten la interrelación entre ellos de una manera asombrosa; frente a familias disfuncionales que curiosamente coincide que no suelen reunirse de forma numerosa, sino solamente el núcleo cerrado que convive, sin ‘hacer piña’ con más familia. Según mi experiencia, he podido observar que a menor número de personas que se reúnen, mayores posibilidades de ser diagnosticadas como familias disfuncionales. Son familias que evitan la unión, porque ya de por sí tienen problemas de comunicación previos. Sino tambien poner un esfuerzo y vincularse a lo que uno se sienta comódo.

Imposibilidad de poner límites

Aún hay más emociones. Y es que, para la psicóloga clínica, es una época en la que se pone de manifiesto la imposibilidad de poner nuestros propios límites. “Hay personas que desearían vivir la Navidad a solas por diversos factores y, sin embargo, existe como un veto para que podamos pasarlo solos, como si fuese una noche más. La sociedad no admite esos límites, porque hay unos prejuicios muy extendidos. Y si llega a ocurrir, en ocasiones, con nosotros mismos entra en acción la disonancia cognitiva: por una parte, quiero estar solo, pero por otra parte estoy nostálgico porque “debería” estar con los demás”, nos cuenta.

Desasosiego

Todo esto hace, en opinión de la experta, que todos los conflictos familiares que tenemos salgan a la luz. “Por ejemplo, para familias de padres separados, la Navidad puede hacer replantear decisiones que ya se tomaron con mucha anticipación. O si se trata de hermanos que no se hablan, esta época también puede cuestionar si se puede establecer “una tregua” para que el resto de los miembros de las familias se puedan reunir en Navidad. Todo esto supone mucho desasosiego porque se cambia continuamente de registro emocional”, apunta.

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