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Criminal.En Argentina y en el mundo: millones de toneladas de alimentos se tiran, mientras el hambre crece.

29 de septiembre, Día de la Concientización sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Una efeméride que pasaría desapercibida sino fuera porque millones de familias no pueden acceder a lo más básico: comer para vivir. La irracionalidad capitalista al desnudo.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), unas 931 millones de toneladas de alimentos, lo que equivale al 17% de los alimentos que se produjeron en todo el mundo en el 2019 fueron tirados a la basura, mientras que 811 millones de personas tienen hambre y 132 millones padecen lo que se llama “inseguridad alimentaria y nutricional” .

“En todo el mundo, cerca del 14 % de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista, en tanto que aproximadamente el 17 % de la producción total de alimentos se desperdicia (11 % en los hogares, 5 % en los servicios de comidas y 2 % en el comercio al por menor)”, afirma el informe  elaborado por FAO en el que además se agrega que “cuando se pierden o desperdician alimentos, todos los recursos que se utilizaron para su producción -como el agua, la tierra, la energía, la mano de obra y el capital- se desaprovechan”.

En Argentina las situación no es muy distinta. La Red Argentina de Bancos de Alimentos (REDBdA) estima que “unas 123 mil toneladas de alimentos por año que no llegan a las góndolas por distintos motivos”, mientras el 42 % de la población es pobre y la canasta básica alimentaria subió 58,3 % en los últimos 12 meses.

Comer para muchos se volvió un lujo. Y si bien es verdad que la pandemia castigó duro a los sectores que más precarizados estaban porque de repente sus ingresos se redujeron o se eliminaron, el hambre viene de hace rato y la responsabilidad es de quienes han gobernado no para favorecer los intereses de las grandes mayorías que hacen malabares para llevar un plato de comida a sus hogares.

Pasan los años, las promesas de campaña y los anuncios grandilocuentes, pero el hambre sigue. En Argentina, Macri prometió “pobreza cero” y muy lejos de eso, terminó profundizando los índices de pobreza e indigencia y como si fuera poco volvió a someter al país a la dependencia del Fondo Monetario Internacional (FMI).

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