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Mauricio Macri, el Padre de la Aporofobia (odio y desprecio por los pobres) y el perverso eslogan de Durán Barba: Pobreza Cero.

La Capital Federal de Argentina, CABA, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es el reducto territorial de 203 km² que cobija a la mayor parte del 5% de las familias más ricas y poderosas de Argentina, la oligarquía, la clase social más aporofóbica del mundo.

La oligarquía argentina, poder económico y financiero de uno de los más ricos países del mundo, prohijó la clase política que, con el advenimiento del peronismo, se transformó en gorilismo o antiperonismo al que pertenecen también un sector de las Fuerzas Armadas. El fundador del Peronismo era un militar, Coronel Juan Domingo Perón y su esposa, Eva Duarte de Perón.

El análisis que nos ocupa es la consecuencia de una ciclotimia histórica generada por los Golpes de Estado que no le permitieron la consolidación de la democracia en Argentina. El Pueblo Argentino, en estos movimientos pendulares, generan riqueza y luego la derecha ociosa y prebendaria reaparece para llevarse por saqueo o despojo el esfuerzo de la clase media y de los pobres.

Así, la derecha oligárquica, vaga, colonial y despatriada, concentró su poder con los poderosos medios “nacionales”, como Grupo Clarín. “Tenemos que volver” sostuvo Héctor Horacio Magnetto a quien Rogelio Julio Frigerio lo metió en Clarín como contador y de ahí se transformó en el CEO de las empresas fundadas por Ernestina Herrera y Roberto Noble.

“Nadie resiste una tapa de Clarín” es la expresión de Magnetto y así, junto a la Sociedad Rural Argentina, en democracia, destituyeron a Ricardo Alfonsín, impusieron a Carlos Menem, sacaron a Fernando de la Rúa y dejaron que Eduardo Duhalde recuperara al país del saqueo y la depredación de las privatizaciones (Telefónicas, Ferrocarriles, Recursos Naturales, Banco Hipotecario, etc etc).

El siniestro Grupo Clarín necesitaba derrocar a Néstor y Cristina Kirchner y sepultar al peronismo para siempre. No pudieron. Y aparece Mauricio Macri, síntesis del pensamiento porteño, arquetipo de la vagancia empresaria, incapaz, corruptible y posicionado como el “hombre maravilla”, MAURICIO MACRI, expresidente de Boca Junior y Alcalde del reducto oligárquico de solo 203 km² llamado Ciudad de Buenos Aires.

Al desprecio porteño por el peronismo había que trasladarlo al resto del país. La única manera de hacerlo era potenciar ese desprecio del gorilismo, hacerlo popular, mutarlo en ODIO para lograr la APOROFOBIA. Era necesario un padre y un Alquimista: Mauricio Macri y Durán Barba bajo la férula de Héctor Horacio Magnetto.

¿Qué es APOROFOBIA? Odio por los “negros”, los grasas y los pobres. Necesitaban, para el odio, un OBJETO-SUJETO, Cristina Kirchner. Hacía falta un hombre de pocas luces, con muchas ambiciones y que supiera mentir desde la cuna: Mauricio Macri de quien su madre, Alicia Blanco Villegas solía decir “a Mauricio desde chico tenía que pegarle para que no mienta”. Para Magnetto era el “candidato ideal”.

Mauricio Macri y su madre Alicia Blanco Villegas

Así renacía el odio en la Argentina, se renovaba la frase de la oligarquía “Viva el cáncer” dedicada a Evita (Eva Perón). De esta manera, se recodificaba la historia con la Yegua o la Chorra por Cristina Fernández de Kirchner. Entonces había que procesarlo y llevarla a la cárcel.

Un bunker para el proyecto del odio, la Embajada de Estados Unidos

Ahora se abría una nueva instancia judicial con el emblemático Juez menemista Claudio Bonadío encargado de la persecución y el reproche penal a una expresidenta. Bonadío dejó su vida en el intento y murió justo cuando Cristina, vicepresidenta, ejercía el interinato presidencial por la jira del Presidente Alberto Ángel Fernández.

Hacía falta buenos relatores clarinescos, Jorge Lanata, Luis Majul, Alejandro Fantino, Mirtha Legrand, Susana Gimenez etc y uno que otro réquiem de loros, cotorras y difusores de baja monta que harían llegar las injurias del odio a todos los rincones de Argentina.

Hacía falta una estructura política y la Unión Cívica Radical antialfonsinista y gorila se prestó como la herramienta electoral ideal pues con “sucursales en quiebra” en todo el país. La que faltaba y no podía estar ausente, Elisa Carrió, una querulante serial quien sostuvo, en otros tiempos, que Mauricio Macri era contrabandista y delincuente. Había que callarla para unir los extremos con un impacto subliminal: CAMBIEMOS y POBREZA CERO.

Construir un proyecto de odio y con odio tenía un solo fin: apropiarse de todo. Lo hicieron pero para unos cuantos: los íntimos amigos de Macri. Fueron inescrupulosos, el odio no tiene escrúpulos ni códigos y una vez que se apropia como una emoción más en la sociedad es muy difícil renunciar a la comodidad de despreciar porque convencieron a la gente que todos eran gorilas y que con el odio iban a dejar de ser pobres.

Pero las especies no pueden evolucionar con el odio y un eslogan. No se puede dejar de ser chimpancé u orangután para ser gorila y tampoco mutar de pobre a oligarca. La clase media argentina había renunciado a su derrotero histórico de ser la fuerza transformadora ascendente de un país que caía bajo las garras de la seducción y la sensualidad del macrismo que no era otra cosa que la maqueta del odio y la mentira. La aporofobia tuvo un padre: Mauricio Macri y un “abuelo” desde las sombras: Héctor Horacio Magnetto.

G.C. para SNS

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